El hombre que camina
En pocos días he podido leer tres textos sobre Alberto Giacometti, dos de Franck Maubert ( «La última modelo» y «El hombre que camina»), otro de James Lord («retrato de Giacometti»). Aunque conocía bastante bien la obra de Giacometti, conocía poco a la persona y artista. Estos dos autores hacen un retrato muy ajustado de la personalidad del escultor y coinciden en su dedicación absoluta a la creación. Una vida bohemia dedicada al acto creativo, un signo inequivoco de modernidad. La actitud y el espíritu de artistas como Cezanne, Van Gogh, Picasso, Giacometti, Pollock o Bacon, no tienen sentido en la sociedad postmoderna.
«Lo que si tenía sentido y existía con vida propia, era la lucha infatigable e interminable que Alberto había emprendido para expresar en términos visuales, y a través del acto de pintar, su percepción de la realidad» (James Lord).
«El artista avanza poco a poco, avanza sin encontrar sus fines. Trata de dar forma con la agilidad de sus manos expertas, trata de encontrar la vena, la vía…modela la arcilla a lo largo de una varilla de hierro y vuelve a empezar, y empieza de nuevo. -Hay que cargar de vida cada pertícula de materia- dice Alberto Giacometti … búsqueda incesante, habitado por la duda y la sensación de fracaso…» (Franck Maubert)
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